MODELO STANDAR

En el Distrito Federal

(y supongo que en el mundo entero) existe una clase de hombre, con un perfil muy definido por los cuales siempre he tenido una fijación, y de alguna manera, siempre llegan a mi. Me buscan, los busco, hay química. Hombres limpios, pulcros, exitosos en su profesión, que siempre por inercia y a veces sin querer, te hacen alarde de lo que son y de lo que tienen. Que van toda su vida al gimnasio sin lograr grandes resultados porque nunca son constantes. Que tienen su casa en una zona linda, que tienen un modelo de auto clásico y contemporáneo. Todos suelen tener el mismo tipo de duela en su departamento, tal vez el sillón rojo que esta de moda, música selecta, decoración perfecta y una obra de arte colgada en su recibidor o en su sala principal. Esta obra (claro) siempre es de un amigo cercano, o mínimo de un artista ampliamente conocido y cobijado por el gusto homosexual.

Todos

ellos tienen el mismo timbre de voz, grave. Usan las mismas palabras, son ambiciosos y te hablan siempre con mucho respeto. Tienen el mismo porte. Se dirigen al mesero con la misma gesticulación. Pueden ser arrogantes, pero muy, muy educados. Diplomáticos siempre. Atentos, que te llevan a comer a un lugarcito intimo, a media luz, comida extraordinariamente exquisita y una platica siempre muy amena. Los besas. Siempre hay que coquetearles, porque tu no vives ahi y ese es su motorcito que les empuja a querer verte de nuevo, y compartir otra cena, otra cama, otra platica, otra copita de vino. Y recorren las principales avenidas del DF porque a ti te gustan mucho, y se sienten turistas de nuevo.

Te invitan

a fiestas, te presentan con todos. Te hacen favores porque te estiman. Todos, sin excepción, tienen las manos limpias y extraordinariamente suaves. Son encantadores y perfectos. Perfectos. Y todos son hechos con el mismo molde y bajo el mismo control de calidad...

Son todos para ti.